Miles Davis live in Munich (1988), donde Miles aparece con su estrafalaria camisa de colores, sus gafas oscuras, sus anillos dorados, desplazándose de un lado a otro del escenario para acercarse a los músicos, sudando copiosamente y sacando de su trompeta esos poderosos sonidos, entregado con júbilo a su elemento, a los espectadores que le admiran, y él les retribuye con cada sonido de su trompeta. Ahí está de pie, dando lo mejor de sí, verdadero poeta de ese instrumento, cuyo arte permanece tatuado en nuestra memoria sensible como un imperecedero regalo.
Jueves, Octubre 18, 2018 - 21:30
La voluntad