Presentación del nuevo libro de Begoña Abad "El techo de los árboles"
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El techo de los árboles. Un poemario que va un paso más allá en su escritura, ya que, como indica el poeta y crítico literario José María García Linares en el prólogo, Begoña Abad escribe «para iluminar, para resistir y para comprender, concepto este último fundamental en todo el libro y necesario para el despertar de la conciencia del sujeto poético». Dividido en dos secciones ('Lo efímero' y 'Lo eterno'), El techo de los árboles nos muestra dos maneras múltiples de mirar y de sentir el amor en todas sus formas. Como muestra, os dejamos dos poemas del libro:
No renuncies al temblor,
no renuncies a la herida,
al contrario no olvides cómo nació en ti
y cómo te cambió la vida.
Sólo así, herido de muerte
desde el primer quejido,
podrás agradecer cada soplo de aire,
cada mano que acaricie,
y sobre todo no olvidarás
que el otro también se duele
aunque sonría para acompañarte.
Vestir a mi madre
Un día sucede, sin aviso,
que te agachas definitivamente,
a ras de suelo,
que tocas sus pies y los descalzas,
que comienzas a mirarla desde abajo
sin verle los ojos,
comienzas a vestirla y ella se deja
apoyando sus manos en tus hombros.
Y no sucede nada más,
sin embargo tú percibes su derrota
y comienzas a amarla de otro modo,
vencida tú también, ambas vencidas,
y el tiempo comienza la cuenta atrás.
"El cierzo ha arrinconado los plásticos vacíos, las hojas, contra una alambrada. Allí atrapadas entre la maleza de un territorio baldío son olvidadas. Me traen a la mente otras alambradas, otros territorios vergonzosamente olvidados por todos.
Paseo como una anciana de ochenta y seis años, mi madre, de mi brazo, (con la otra mano la correa del perro) y escucho sus pensamientos que narra en voz alta. Vuelve atrás y nombra con precisión personas de su juventud que jamás han vuelto a su vida mientras ha olvidado lo que hemos desayunado hace un rato. Pone voz a todo lo que a su mente acude. Salta de una a otra rama la mente-mono, intenta escaparse de su alambrada, intenta llenar ese silencio que tanto le asusta y se extraña de los cambios de la vida. Vivimos en su pasado mientras el presente la engulle imperceptiblemente. Mi resistencia a esa realidad duele y vuelvo a la raíz, me hago raíz, que crezca en la sequía para hacerse más fuerte. O me hago rama flexible para evitar el dolor. Las más de las veces busco el techo del árbol que compartimos"
Begoña Abad