Trilogía Tres colores, de Krzysztof Kieslowski.
“Lo más importante no está lejos sino que es profundo”.
(Krzysztof Kieslowski)
Tres colores: Azul, constituye la primera entrega de la trilogía que el cineasta polaco dedicó a los tres colores de la bandera francesa, inspirándose libremente en los valores que cada uno de ellos representa: el azul, la libertad; el blanco, la igualdad; y el rojo, la fraternidad. No obstante, el director desposee a esos valores de su anticuado contenido político para encaramarse sobre cimas más metafísicas. La película se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia, donde también se premió el trabajo llevado a cabo por su actriz principal.
El filme es un bello, enigmático y evocador ejercicio cinematográfico que cuenta con una hermosa fotografía de Slawomir Idziak, una partitura magistral de Zbigniew Preisner, un gran trabajo interpretativo de Juliette Binoche y, sobre todo, con el particular estilo visual y narrativo de su genial hacedor: poeta del encuadre y escudriñador del alma.