Esta es la primera película rodada bajo los presupuestos del "Dogma 95" danés: el desmaño estético y las "peculiaridades" técnicas (que en otra película llamaríamos "deficiencias") contribuyen aquí a dar una rara verosimilitud a las situaciones que se nos van presentando, como si fuéramos copartícipes de un vídeo doméstico. Un vídeo explosivo, claro, porque "Celebración" cuenta cómo el banquete de una familia altoburguesa que celebra el aniversario del patriarca acaba degenerando en una especie de terapia colectiva, donde salen a la luz los reproches y secretos más vergonzantes (que atañen, cómo no, al sexo, que es de lo que, por definición, no se habla en la mesa ni con la familia). La mentira, el disimulo y la dignidad son los argumentos medulares que se desarrollan en esta película, donde los actores defienden de forma admirable un guión inteligente que, pese a los elementos de tragedia shakespeariana, destila un soterrado humor negro (negrísimo, vaya).
“Festen” es sin duda, una de las películas que todo cinéfilo debe ver. Su fuerza radica en un espléndido guión, casi sin fisuras y en la que los giros arguméntales son auténticas puñaladas. Sus protagonistas nos aturden con una colección de gestos y silencios expresivos, con miradas calculadoras y sonrisas despreciativas. Todos ellos asumen sus roles en pantalla y lo plasman con esa verisimilitud que otorga el cine Dogma.